Lucas Alario, festejando el primer gol en la final de la Copa Libertadores. |
El comienzo de este año no había sido el mejor para el Pipa, ya que en la cuarta fecha ante Boca sufrió un desgarro en el aductor y recién volvió a jugar en la 10ª jornada cuando el elenco sabalero derrotó a Atlético de Rafaela por 2-1 y el delantero marcó el segundo tanto para darle el triunfo a cuatro minutos del final.
Y en la 12ª fecha, frente a Defensa y Justicia anotó dos tantos para ganar por primera vez en calidad de visitante por 3-2. Su último partido con la camiseta rojinegra fue en la igualdad ante Huracán 1-1 por la 15ª fecha. Luego llegó la pretemporada y a los pocos días que asumió Darío Franco, fue negociado a River, en medio de muchas idas y vueltas por una anomalía detectada en su rodilla luego de la revisión médica.
En algún momento la operación estuvo cerca de frustrarse, pero la buena voluntad de las partes y el pedido expreso de Marcelo Gallardo hicieron que el delantero finalmente se quede en el plantel millonario para afrontar el segundo semestre del año.
Debutó con la camiseta de River el sábado 11 de julio en el empate 1-1 ante Temperley. Ingresó a los 14 minutos del complemento en reemplazo de Fernando Cavenaghi. Y el martes 14 de julio protagonizó el primer partido como titular ante Guaraní de Paraguay por las semifinales de la Copa Libertadores.
Participó de los dos goles, pero debió esperar una semana más para marcar su primer tanto en el empate 1-1 en Asunción que le posibilitó a River acceder a la final. Su consagración llegó el martes 5 de agosto cuando de cabeza abrió el camino para que el Millonario golee 3-0 a Tigres y se consagre campeón de América.
Luego del partido, su papá brindó algunos detalles particulares sobre su hijo: “A Lucas no le gustaba el fútbol, jugaba pero en realidad se dedicaba a otra cosa. Y cuando fue a Tostado empezó a jugar en un club que se llama San Lorenzo y después en Santa Fe lo llevamos a Colón”.
Recordó que hace un tiempo Alario manifestó que era hincha de Boca y que su ídolo de chico era Juan Román Riquelme. La historia del goleador es increíble: se crió en Cuatro Bocas, un pequeño pueblito santiagueño de pocas casas y 150 habitantes. Pero es santafesino porque sus padres tuvieron que hacer 50 kilómetros hasta Tostado para ir a la clínica más cercana. Aunque el fútbol no era su fuerte y “le agarró el gustito de más grande”.
Fuente: Diario Uno Santa Fe
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